19 de agosto de 2014

CORRESPONDENCIA XEC MARQUÈS-ANNA ROSSELL

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CARTA DEL TEÒLEG i SALESIÀ XEC MARQUÈS A ANNA ROSSELL (18-08-2014)
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CARTA DEL TEÓLOGO Y SALESIANO XEC MARQUÈS A ANNA ROSSELL (18-08-2014)
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Al original catalán sigue su traducción al español
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Ciutadella, 18-08-2014
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 Xec Marquès (dreta) amb amics a casa seva de Conakry
Xec Marquès (derecha) con amigos en su casa de Conakry

Em quedo amb aquesta reflexió de l’Hannah Arendt (Vegeu l'article de l'autora, Culpa organitzada, en la carta anterior) i des d’ella intento mirar la realitat que ens ofereixen els mitjans de comunicació i entendre alguns dels meus sentiments. La primera reflexió és com una mica negativa, com si la “raçasuperior” hagués olorat el perill d’aquesta garantia contra la victòria de l’atrocitat.
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Negar la idea d’humanitat: “Instintivamente intuyen que en la idea de humanidad, tanto si se presenta en su dimensión religiosa como humanística, está implícito un compromiso de común responsabilidad que ellos no quieren asumir. Porque la idea de humanidad, una vez despojada de todo sentimentalismo, conlleva políticamente una grave consecuencia: que de una forma u otra tenemos que aceptar nuestra responsabilidad por todos los crímenes cometidos por los hombres y que los pueblos tienen que asumir su culpa por todos los delitos cometidos por los pueblos. Sentir vergüenza de pertenecer a la especie humana es la manifestación, si bien exclusivamente individual y apolítica, de ese modo de entender las cosas".
La idea d’humanitat és l'única garantia “ [de]que no ocurra que una raza superior, ahora una y después otra, se crea en la obligación de actuar según la ley natural del más fuerte”.
“Ellos y solamente ellos, los que sientan miedo genuino ante la obligada responsabilidad del género humano, serán dignos de confianza en el momento de luchar sin temor, sin compromisos y en cualquier lugar, contra las atrocidades que el ser humano es capaz de cometer”.
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Si preguntem als mitjans de comunicació quines son les atrocitats que l’ésser humà està cometent avui apareixerien en primer lloc els conflictes més presents als medis, la majoria dels quals tenen com a actors fanàtics religiosos de confessió islàmica. També sortirien les atrocitats comeses per l’exèrcit d’Israel a Gaza. Aquest, els mitjans no el presenten com a fanàtics religiosos sinó com a ultranacionalistes, també entraria en aquesta categoria el conflicte a Ucraïna. Els primers per raons de seguretat nacional i del dret a viure en pau, els segons per la percepció diferent de la identitat nacional en forma d’Estat. En lletra petita vindrien altres conflictes que duren massa perquè els mitjans de comunicació s’hi interessin. Però són allà, en “stand by”, per quan no hi hagi altres notícies o el nombre de morts sigui prou elevat per passar a la una.
Després vindrien les atrocitats sobrevingudes per les calamitats naturals o sanitàries: l’últim terratrèmol, inundació o sequera, la darrera epidèmia viral.....
Ambdues es retroben en el discurs d’urgència humanitària que justifica l’acció de la comunitat internacional. En els conflictes deguts a la violència d’exèrcits, milícies o terroristes, la resposta és de la mateixa mena en forma d’intervenció militar. En els segons la resposta és en forma d’ajuda humanitària i de mesures de prevenció i de control.
El primer cas acostuma a generar un nou conflicte o una radicalització de les posicions fonamentalistes. I al cap d’un temps esclatarà un nou conflicte.
En el cas de les calamitats naturals, una vegada resolta la urgència, cadascú a casa seva i fins a la propera.
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La urgència humanitària, la preservació de la democràcia i de l’economia liberal destil·len un concepte d’humanitat que és molt lluny d’aquell que fa esfereir quan el que el sent pren consciència dels milers de morts que cada dia són víctimes de les democràcies i dels sistemes econòmics herois de la urgència humanitària.
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El “petit/ burgès/a” del que parla l’Hannah és avui el/la ciutadà/na treballador/a o en atur, el/la jove més o menys diplomat/da, que ja en té prou amb defensar els seus drets i la seva vida privada, més o menys enlluernat/da pel consum i les agències de notícies i de comunicació que creen les opinions i les necessitats necessaris per al bon funcionament del sistema. Les atrocitats dels segle XXI esdevenen aleshores invisibles, o difuses. És com si esdevinguéssim miops i, a sobre, una boira espessa cobreix el món que sofreix. Només de tant en tant algun esclat de llum prou fort i massiu és perceptible per un poc de temps i produeix alguna emoció de compassió.
La consciència de “món”, d’ “humanitat” és, al segle XXI, segurament el més extens de tots els temps, però la densitat d’aquesta humanitat és tant lleugera que s’evapora en un sospir.
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No sé el que en pensaria l’Hannah, però sembla que avui, per a molta gent, hi ha una idea d’humanitat que ja no protegeix d’una raça superior, que ja no és nacional o racial i que té forma de nebulosa, com aquests núvols virtuals produïts a Internet. I contra aquests nous tirans dictadors semblem Quixots.

Quina és aquesta consciència d’humanitat que ens salvarà d’aquesta nova raça? 
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CARTA DEL TEÓLOGO Y SALESIANO XEC MARQUÈS A ANNA ROSSELL (18-08-2014)
Traducción al español de Anna Rossell

Ciutadella, 18-08-2014


Me quedo con esta reflexión de Hannah Arendt (Véase el artículo de la autora, Culpa organizada, en la carta anterior) y desde ella intento mirar la realidad que nos ofrecen los medios de comunicación y entender algunos de mis sentimientos. La primera reflexión es algo negativa, como si la "raza superior" hubiera olido el peligro de esta garantía contra la victoria de la atrocidad.  
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Negar la idea de humanidad: “Instintivamente intuyen que en la idea de humanidad, tanto si se presenta en su dimensión religiosa como humanística, está implícito un compromiso de común responsabilidad que ellos no quieren asumir. Porque la idea de humanidad, una vez despojada de todo sentimentalismo, conlleva políticamente una grave consecuencia: que de una forma u otra tenemos que aceptar nuestra responsabilidad por todos los crímenes cometidos por los hombres y que los pueblos tienen que asumir su culpa por todos los delitos cometidos por los pueblos. Sentir vergüenza de pertenecer a la especie humana es la manifestación, si bien exclusivamente individual y apolítica, de ese modo de entender las cosas".
La idea de humanidad es la única garantía de “que no ocurra que una raza superior, ahora una y después otra, se crea en la obligación de actuar según la ley natural del más fuerte”.
“Ellos y solamente ellos, los que sientan miedo genuino ante la obligada responsabilidad del género humano, serán dignos de confianza en el momento de luchar sin temor, sin compromisos y en cualquier lugar, contra las atrocidades que el ser humano es capaz de cometer”.
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Si preguntamos a los medios de comunicación cuáles son las atrocidades que el ser humano está cometiendo hoy, aparecerían en primer lugar los conflictos más presentes en los medios de comunicación, la mayoría de los cuales tienen como actores a fanáticos religiosos de confesión islámica. También saldrían las atrocidades cometidas por el ejército de Israel en Gaza. A éste los medios no lo presentan como fanático religioso sino como ultranacionalista. También entraría en esta categoría el conflicto en Ucrania. Los primeros por razones de seguridad nacional y por el derecho a vivir en paz, los segundos por la percepción diferente de la identidad nacional en forma de Estado. En letra pequeña vendrían otros conflictos que duran demasiado como para que los medios de comunicación se interesen por ellos. Pero están ahí, en "stand by", para cuando no haya otras noticias o el número de muertos sea lo suficientemente elevado como para pasar a primera página.
Después vendrían las atrocidades sobrevenidas por las calamidades naturales o sanitarias: el último terremoto, inundación o sequía, la última epidemia viral...  
Ambas se reencuentran en el discurso de urgencia humanitaria que justifica la acción de la comunidad internacional. En los conflictos debidos a la violencia de ejércitos, milicias o terroristas, la respuesta es de la misma especie: en forma de intervención militar. En los segundos la respuesta es en forma de ayuda humanitaria y de medidas de prevención y de control.
El primer caso acostumbra a generar un nuevo conflicto o una radicalización de las posiciones fundamentalistas. Y al cabo de un tiempo estallará un nuevo conflicto.
En el caso de las calamidades naturales, una vez resuelta la urgencia, cada cual a su casa y hasta la próxima.
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La urgencia humanitaria, la preservación de la democracia y de la economía liberal destilan un concepto de humanidad que está muy lejos de aquél que causa horror cuando quien escucha toma conciencia de los miles de muertos que cada día son víctimas de las democracias y de los sistemas económicos héroes de la urgencia humanitaria.
El/la “pequeño/a burgués/a” del que habla Hannah es hoy el/la ciudadano/a trabajador/a o en paro, el/la joven más o menos diplomado/a, que ya tiene suficiente con defensar sus derechos y su vida privada, más o menos deslumbrado/a por el consumo y las agencias de noticias y de comunicación que crean las opiniones y las necesidades necesarios para el buen funcionamiento del sistema. Las atrocidades del siglo XXI se vuelven entonces invisibles, o difusas. Es como si nos volviéramos miopes y, encima, una niebla espesa cubre el mundo que sufre. Sólo de vez en cuando alguna chispa de luz lo suficientemente fuerte es perceptible por poco tiempo y produce alguna emoción de compasión.
La conciencia de “mundo”, de “humanidad” es en el siglo XXI seguramente la más extensa de todos los tiempos, pero la densidad de esta humanidad es tan ligera que se evapora en un suspiro.
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No sé lo que en pensaría Hannah, pero parece que hoy, para mucha gente, existe una idea de humanidad que ya no protege de una raza superior, que ya no es nacional o racial y que tiene forma de nebulosa, como estas nubes virtuales producidas en Internet. Y contra estos nuevos tiranos dictadores parecemos Quijotes.
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¿Cuál es esta conciencia de humanidad que nos salvará de esta nueva raza?